Camino Real Cantabria-Meseta

Bárcena de Pie de Concha es un eslabón entre el valle de Iguña, buen ejemplo de la Cantabria verde, y la entrada a la vieja Hermandad de Cinco Villas, límite norte de la antigua merindad de Campoo, demarcación que da paso a la Meseta castellana. Atravesado por el río Besaya, este territorio ha alojado sucesivas vías de comunicación que desde la Antigüedad han unido el interior con los puertos cantábricos.

 

Entre los ejemplos más venerables se cuentan la calzada romana entre Pisoraca -Herrera de Pisuerga- y Portus Blendium -identificado como Suances- y el Camino Real del siglo XVIII, concebido para unir Santander con Burgos a través de Reinosa. En Bárcena de Pie de Concha se conservan tramos pertenecientes a ambos caminos.

El Camino de Las Hoces

La decisión de tender, a mediados del siglo XVIII, la primera ruta que permitiría el tráfico rodado siguiendo el curso del Besaya tuvo radicales efectos en la articulación de la futura provincia de Santander y su construcción obedeció a motivos superpuestos, entre ellos, el crecimiento demográfico, la negativa de Bilbao de aceptar el traslado de las aduanas a los puertos e integrarse en el sistema económico común planteado por la monarquía borbónica -que mueve a algunos sectores a apostar abiertamente por trasladar a Cantabria el comercio de las lanas desde el puerto vizcaíno-, y la vitalidad de los intercambios entre Santander y de Tierra de Campos y su entorno.

En 1748 el ingeniero flamenco Sebastián Rodolphe calculó en 918.000 reales los costes del ramal que habría de unir Santander con Reinosa.

 

Las obras fueron adjudicadas el 25 de julio de 1749 al maestro trasmerano Marcos Vierna Pellón (1733-1780), uno de los últimos representantes de la tradición de la cantería (entendida como un saber práctico frente a los de profesionales salidos de las academias) que llegaría a ser comisario real de Guerra y director de Puentes y Caminos del Reino y diputado general de la Merindad de Trasmiera -posteriormente asumiría la dirección de obras del camino el maestro Hilario Alfonso de Jorganes-.

 

Por su parte, la dirección técnica le fue encomendada a Rodolphe, que contó con los ingenieros Pedro Bordán, Silvestre Abarca y Luis Martel.

El Camino Real Santander-Reinosa quedó abierto el 15 de noviembre de 1753. Partía de una ruta histórica que había sido mejorada en 1590 y tenía una sección de 6,5 metros de anchura, ampliada hasta los 8-10 m en algunas curvas.

Entre Bárcena de Pie de Concha y El Ventorrillo, en Pesquera, discurre un tramo -llamado Camino Real de las Hoces- que mantiene la original disposición. Fue declarado Bien de Interés Cultural en octubre de 2005